Al referirnos al término de biocombustibles lo hacemos para hacer alusión al tipo de combustibles que se producen a partir de recursos naturales y orgánicos, ya sean de origen natural o animal y de manera directa o indirecta.
Este tipo de combustibles aparecen como alternativas limpias al uso de fuentes de energía no renovable como el petróleo o el carbón. Y su uso se ha visto generalizado en los últimos años ante la necesidad de frenar el calentamiento global y cuidar el medio ambiente. Así, estamos hablando de combustibles renovables, que producen energía de manera limpia y comprometida con el planeta.
Los biocombustibles pueden tener dos composiciones diferentes, que dan lugar a tres tipos en los que podemos encontrarlos. Así, por un lado tenemos los que son sólidos, como la biomasa que se haya en el pellet o los huesos de aceituna como combustible en calderas, líquidos (biodiésel o bioetanol) o gaseosos, encontrándose en este tipo el biogás como gran destacado.
Es un biocombustible cuyo origen se encuentra en las grasas y aceites que provienen de los animales o las plantas, siendo su apariencia y uso muy similar al del gasóleo. Algunos de los ejemplos de materias primas que podemos encontrar en el biodiesel es la planta de soja.
Este tipo hace referencia a los biocombustibles que se originan en la fermentación de plantas con alto contenido en almidón o azúcares como la caña de azúcar o la remolacha.
Este tipo de biocombustible gaseoso cuyo origen se encuentra en la descomposición de productos biodegradables como la biomasa con ausencia de oxígeno.
El uso de biocombustibles está en auge, pero ¿qué ventajas presenta? A continuación exponemos las más importantes.
En el lado opuesto, encontramos una serie de desventajas en el uso de biocombustibles: